Advertencia: este post es rematadamente técnico, abstenerse impacientes, remolones y adrenalínicos amantes de la dispersión.

¿Cómo puede una practica tan aparentemente insignificante como la de sentarse a meditar unos minutos al día TRANSFORMAR LA ARQUITECTURA DEL CEREBRO? Neurocientíficos de algunas de las Universidades más prestigiosas del mundo – Wisconsin, Harvard, Boston o Massachusetts- llevan unas décadas buscando la respuesta. A esta nueva rama de la Ciencia se la ha denominado Neurociencia Contemplativa, y está logrando que la meditación se tome tan en serio que se esté implantando en hospitales, colegios, universidades y empresas de todo el mundo.

meditar beneficios

Pues allá va un resumen de lo más interesante que han descubierto hasta ahora:

Disminuye el tamaño de la amígdala, una pequeña estructura cerebral que actúa como nuestro detector de peligro. Hay que señalar que las Personas Altamente Sensibles tienden a tener la amígdala sobredimensionada, lo cual significa que se pueden sentir amenazadas ante cualquier estímulo. Dejar de sentirse frágiles, susceptibles o a merced de las circunstancias es una prioridad para casi cualquier PAS. La buena noticia es que el cerebro es moldeable, y gracias a la meditación, la amígdala recupera su tamaño natural y se activa con menos frecuencia, con menos intensidad y durante menos tiempo.

Mejora el funcionamiento de la red de prioridades del cerebroSalient Network-. Imagínate vivir siendo menos reactivo, importándote menos lo que piensen los demás o sintiendo más confianza y seguridad. Reequilibrar el Salient Network significa dejar de sentirte amenazado por nimiedades del día a día. Y al perder menos energías en vivir a la defensiva, se dispone de más foco para actuar en lo que realmente es importante para uno.

Se apacigua poco a poco la actividad de la red neuronal por defecto del cerebro (DMN), la mente errante que divaga incesantemente entre recuerdos y conjeturas. Los budistas la asemejan a un mono loco saltando de rama en rama. Los estudios están demostrando que vivir atrapado en bucles de pensamientos egoicos es una de las mayores causas de infelicidad. Afortunadamente, la meditación logra ir desconectando la DMN, de donde surge una atención, claridad y libertad interior desconocidas hasta el momento.

Al desconectarse la DMN –el mono loco, según los budistas-, se conecta el CEN (o red ejecutiva central), aumentando su grosor. El CEN –formado por cíngulo anterior y corteza prefrontal dorsolateral- trae a nuestra vida beneficios tan asombrosos como una mayor capacidad para cambiar patrones nocivos, ensayar nuevas formas de estar en el mundo, resolver problemas, flexibilidad mental, memoria y atención. Ahí es nada.

Aumenta el grosor del hipocampo, una región cerebral que ejerce de regulador de la amígdala, entre otras funciones. Cuando el hipocampo aumenta de tamaño, la amígdala está bien controlada y nos sentimos más seguros. Mientras que cuando se atrofia y reduce su tamaño, la amígdala se dispara y vivimos en un estado de alerta continuo, como en los trastornos de estrés postraumáticos o los cuadros de ansiedad sostenidos en el tiempo. Además, el hipocampo también es esencial para la memoria y el aprendizaje.

Activa el sistema nervioso parasimpático. Lo que conlleva relajación muscular, buen estado inmunológico, tensión y ritmo cardiaco estables, mejor proceso digestivo, aumento de leucocitos en sangre, claridad mental o sensación de bienestar. Frente al sistema nervioso simpático, que se traduce en tensión muscular, falta de riego en los órganos –la sangre está más repartida en los músculos para poder huir o luchar-, peores digestiones, taquicardia, hipertensión, disminución de leucocitos en sangre, peor estado inmunológico y nerviosismo. El sistema nervioso simpático –el del estrés- es necesario para momentos puntuales de peligro, pero el problema radica en que el ritmo y la inestabilidad actuales nos llevan a vivir en ese modo casi permanentemente. Con el riesgo que eso implica de deteriorar nuestro organismo y de activar genes relacionados con procesos inflamatorios, como el cáncer.

Engrosamiento de la corteza orbitofrontal izquierda, que repercute de nuevo en el control de la amígdala. Y, además, asociada a mayor intensidad de emociones positivas como la alegría y el entusiasmo.

Aumento de la hormona DHEA y, por tanto, disminución del cortisol -la hormona del estrés- en sangre.

Engrosamiento de la ínsula de Reil, en el cerebro, que agudiza la intuición, la empatía y la conexión con el cuerpo.

Ralentiza el envejecimiento cerebral, al disminuir el adelgazamiento de la corteza frontal

Disminuye la actividad del putamen, un ganglio basal del cerebro que nos atrapa en conductas repetitivas –como el trastorno obsesivo compulsivo-. Aumentando, por tanto, la actividad de otro ganglio basal, el núcleo caudado, asociado con conductas más flexibles.

Aumento de la producción de GABA, neurotransmisor relacionado con la relajación muscular y el bienestar. Un dato curioso para apreciar su alcance: el conocido ansiolítico Valium es tan efectivo porque está diseñado para acoplarse al receptor del GABA.

Aumento de las ondas cerebrales alfa. El cerebro pasa de ondas beta a ondas alfa. Las beta son características de la mente errante –el mono loco que decían los budistas-. Cuando estamos despiertos generalmente estamos en ondas beta, con una frecuencia rápida de unos 30 herzios. Conforme nos vamos sosegando con la meditación, el cerebro entra en ondas alfa, donde el aprendizaje y la creatividad son más fáciles, y nos invade una sensación de bienestar y armonía. Los meditadores expertos son capaces de alcanzar ondas cerebrales más profundas: theta, delta y hasta gamma, progresivamente. Donde los fenómenos de sanación física y mental se disparan y la conexión con el presente es absoluta.

 

La mayor parte de esta información está recopilada de la labor divulgativa sobre el Mindfulness y sus efectos en el organismo del Dr. Mario Alonso Puig.

Para cientifistas consumados que quieran profundizar más, pueden sumergirse en las investigaciones de:

Dr. Richard Davidson, Dra. Sarah Lazaar, Dr. Jon Kabat-Zinn, el neurobiólogo Francisco Varela, Dr Herbert Benson, el psicólogo Saki Santorelli o  la terapeuta Florence Meleo-Meyer…. También los experimentos con el biólogo molecular francés reconvertido a monje budista, Matthieu Ricard, quien la ciencia ha denominado “el hombre más feliz del mundo”… O aprender la valiosa información que comparten organismos como: Mind & Life Institute, en Virginia (EEUU)… Center of Healthy Minds, Universidad de Wisconsin (EEUU)… Center of Mindfulness in Medicine, Health Care & Society, Massachusetts (EEUU)… En  Madrid, encabezado por el físico teórico Gustavo Diex, tenemos el Nirakara Institute, vinculado a la Universidad Complutense de Madrid…. También me parece interesante conocer la trayectoria profesional del cirujano valenciano Dr. Ángel Escudero, que pone de manifiesto la importancia de ir redirigiendo la mente en positivo y de vivir en sistema parasimpático -prevaleciendo sobre el simpático-, es decir, en Respuesta Biológica Positiva… El libro ” Cerebro y Mindfulness” del científico y psiquiatra Daniel Siegel. O los avances en Epigenética, que revelan el poder que tenemos con nuestro estilo de vida para producir cambios (tanto positivos como negativos) en nuestro genoma.

Lo cierto es que comparto toda esta información porque nuestra parte racional está ávida de datos que nos convenzan de lo importante que es instaurar la rutina de meditar unos minutos al día. Pero aquí, como con todo, lo único que cuenta es experimentar todas estas transformaciones en nuestras propias vidas.

 

Una onza de práctica vale más

que toneladas de teoría

Ramiro Calle