El talón de Aquiles del PAS es lo que la Dra Elaine Aron llamó “sobreactivación”, que significa sentirse abrumado y colapsado por el exceso de estímulos. Quien es altamente sensible conoce perfectamente esa sensación de angustia y de bloqueo, de querer huir y que nadie lo moleste, que no es más que una señal de que su sistema necesita drenar tal avalancha de inputs -Cabe recordar que el PAS recibe una media de 5 veces más estímulos por segundo que los demás-.
Hay que aclarar que los estímulos le llegan constantemente tanto del interior como del exterior, y tanto a nivel consciente como inconsciente.
El interior lo constituirían sus pensamientos, sus procesos subconscientes, sus emociones o sus sensaciones corporales. Mientras que el exterior sería cualquier información proveniente de fuera, como la interacción con las personas que le rodean, los sonidos, los olores, los acontecimientos, las emociones de otros o incluso el subconsciente colectivo –según las teorías Jungianas-.
Frente a toda esta avalancha, la única solución eficaz sería introducir rutinas diarias para drenar tal cantidad de información constante. O dicho de una manera sencilla: que conforme vaya entrando, vaya saliendo ¡no te lo quedes, a no ser que te haga ilusión cultivar un cuadro de ansiedad!
Cada persona tiene que encontrar las rutinas drenantes que más le gusten, porque si no disfruta haciéndolas desistirá tarde o temprano. Y aquí, como en casi todo en la vida, lo más importancia es la constancia.
Además, debemos ser especialmente cuidadosos en épocas intensas de nuestra vida –la entrega de un proyecto, la maternidad, una mudanza, un duelo, los inicios de una relación-.En esos momentos, la vorágine nos absorbe demasiado como para dedicarnos unos minutos al día a algo que parece tan banal. Pero es precisamente entonces cuando más apremiante se hace que reseteemos nuestro sistema -¡más sobreactivado aún que de costumbre!- con un mínimo de cuidados diarios.
El obstáculo principal para tomarnos en serio nuestros drenajes diarios suele ser la tentación de compararnos con los demás. “Si ellos llevan las mismas horas que yo frente al ordenador y no descansan, ¿Por qué lo iba a hacer yo? No quiero dar la nota, soy demasiado blanda”. Bueno, ellos tienen otro sistema neurosensitivo, y por tanto, otros ritmos y necesidades, y todos están bien. Además, no creo que el ritmo que lleva la sociedad sea como para tomarlo como punto de referencia, cuando los ansiolíticos, antidepresivos y demás medicación psiquiátrica se ha multiplicado por 100 los últimos 30 años! Decía el sabio de Jiddu Krishnamurti que “es síntoma de poca salud estar tan bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.
Los microdescansos forman parte de la agenda de algunas de las personas más productivas del planeta. El empresario Richard Branson cuenta que su secreto para poder estar fresco y productivo son las microsiestas a lo largo del día, y que lo aprendió de Wiston Churchill y de Margaret Thatcher. Mientras que Steve Jobs popularizó sus paseos alrededor de las oficinas de Apple. Los microdescansos no son de vagos, lo que realmente disminuye la productividad es no permitírselos, y en cambio, tirar media jornada a medio gas o navegando en las redes sociales.
Algunos ejemplos de actividades “drenantes”: pasear por la playa, leer un libro, una siesta, bailar, cocinar, pintar, sentarse en una terraza, el silencio, la música instrumental, perderse en una biblioteca, darse un baño, una clase de yoga, prepararse un té, reír, quedar con amigos, un masaje, jugar con un perro, running, caminar rápido, escribir lo que sientes, los rayos del sol sobre la piel, earthing (andar descalzos sobre la tierra, que nos recarga de los iones negativos que nuestro cuerpo necesita), tapping (técnicas de liberación emocional), conducir de noche con la ciudad en calma, Balasana (un asana de yoga para acunar el cuerpo), una relajación guiada, sentarse frente a la chimenea, cuidar el jardín… o el arte del “dolce far niente” (prueba a ver si te sale; si te sientes mal es trampa).
Un “drenaje” express y sencillo consiste simplemente en cerrar los ojos unos minutos, dado que el 80% de la estimulación sensorial nos llega a través de la vista. Procura acompañarlo de respiraciones profundas para activar el nervio vago e inducir al cuerpo a entrar en sistema parasimpático, el de la relajación.
La clave es que como el PAS no puede evitar que su sistema sea tan poroso, lo único que está en sus manos es tener una rutina de drenaje.
Créeme, tan sólo te llevará unos minutos al día y sin embargo te va a ahorrar cientos de horas de angustia, agotamiento y merma de la autoestima.